CQ sólo es un pequeño brazo de la red de ex beneficiados del laportismo cuyo único propósito y también obsesión es la de ir contra la actual junta directiva. La mejor prueba es que una vez fallido el primer misil en su contra, el de intentar abortar el acuerdo con Qatar Foundation, ha enfocado su maquiavelismo hacia una especie de entorno fantasma, en parte porque carecen de bastante información sobre la actualidad barcelonista y en parte también porque son víctimas de un dirigismo ofuscado que intenta disparar al teórico enemigo por elevación.
Sus últimas publicaciones así lo indican con claridad, obviando en todo momento que el club se enfrenta a un proceso de recuperación de tantos desmanes, descontrol y excesos de la anterior junta que no sólo pasan por alto sino que tratan de ocultar y de olvidar bajo un manto de absurdas exigencias de fórmulas democráticas en la defensa de los derechos de los socios. Habría tenido sentido que, especialmente, esa motivación les hubiera impelido a asociarse y presentar reclamaciones hace ya varios años cuando era evidente que Laporta pisoteaba los estatutos y renunciaba no sólo al cumplimiento de los estatutos, sino a cualquier intento de aproximación democrática a su estilo de gestión o de apertura de participación a los socios.
Por eso resultaba escandalosamente sospechoso que de pronto surgiera un colectivo contra el acuerdo firmado por la actual junta de Sandro Rosell con Qatar Foundation, pero no por la reivindicación de la salvaguarda de la camiseta, que eso sería legítimo y hasta comprensible asumiendo otras medidas para salvar el catastrófico estado financiero del club, sino en base a argumentos como los suyos basados en la urgente necesidad de medidas de participación, democráticas o hasta de referéndums. ¿Por qué sí para eludir Qatar Foundation y no antes, un año atrás, para impedir que se vendiera todo el patrimonio de Les Corts o para reivindicar transparencia en las compras de Viladecans o para exigir que las asambleas no fueran una pantomima en pleno verano y en ausencia de los propios socios compromisarios?
Ahora, una vez frustrado su primer intento de desestabilizar, actuando bajo una identidad falseada, es cuando se han destapado y dejado ver quién está detrás –laportistas- y sus verdaderos propósitos. Por tanto, a todos aquellos a quienes le pidieron firmas a favor de aquel tan noble objetivo les deben una explicación, decir abiertamente quiénes son y qué buscan. Y llegado el momento, hasta pedirles perdón por la maniobra realizada.
Claro que para eso hay que querer y saber informar, algo complicado por ahora en una web que publica referencias del todo incomprensibles y probablemente sin medir del todo las consecuencias jurídicas y legales sobre personas que, aunque a ellos los cueste entender, tienen sus derechos civiles. Tanto dar palos de ciego llegará un momento, parece inminente, en que se golpearán a sí mismos, dicho por supuesto en el sentido figurado, pues conviene aclararlo para que el comentario entre dentro del alcance de su comprensión.
La alusión más diabólica de todas es la apuntada al hilo de la entrevista concedida por Evarist Murtra a Mundo Deportivo –medio cuya autoría obvian y silencian demostrando que si Laporta odia a un medio ellos también- sobre el papel de Consulta Qatar en el tema de los avales (¿): “Qatar Foundation que pinta en tot això? Molt més del que la majoria dels socis ens podriem arribar a imaginar. Una llàstima tot plegat, desde el 2003 el senyor AVAL ha portat molts problemes i maldecaps a l´institució, escoltem al senyor Murtra “el aval puede llegar a inocular el virus del retornno”. ¿Quiere decir que si pudiera Laporta volvería a la presidencia? Vaya, otra exclusiva.
